Published September 12, 2009
Una tierra de oportunidades ilimitadas
Vikas Swarup, el autor de
Slumdog Millionaire, novela en la que se basó la película ganadora del Oscar, dice que en la India existe una nueva autoestima y que no fue su intención escribir una fábula sobre la pobreza
Por:
Andrés Hax
SLUMDOG MILLIONAIRE “Mi libro es mucho más amplio”, dice Swarup cuando lo compara con la película de Danny Boyle. “Que el protagonista fuese pobre, hacía mejor al cuento”, agrega.
En el verano de 2003 un diplomático indio de 42 años, viviendo en Londres –casado y padre de dos hijos–, se encontró con dos meses libres. Terminaba su gestión en esa ciudad y su familia ya había regresado a India mientras que el pater familias cerraba unos temas en la capital británica. Un poco para llenar el tiempo, y también como un desafío personal, se propuso escribir una novela: en dos meses lo hizo de un tirón. Era un cuento picaresco y de suspenso sobre un niño sin educación alguna del barrio más pobre de Mumbai que –gracias a una serie de coincidencias asombrosas– termina conociendo todas las respuestas de un quiz show (programa de preguntas y respuestas) televisivo y ganando mil millones de rupias. El segundo agente literario que vio el manuscrito le dio un contrato al autor novato; los derechos fílmicos se vendieron aun antes de ser publicado; y lo que se terminó publicando fue el primer borrador, tal cual, sin revisión alguna. Fueron dos meses bien fructíferos. La novela se terminó adaptando al cine y ganó ocho Oscares el año pasado, incluyendo Mejor Película. El libro ha sido traducido a más 42 idiomas. Estamos hablando de Vikas Swarup autor de
Q&A, y después retitulada
Slumdog millionaire para coincidir con el titulo de la película dirigida por el inglés Danny Boyle (
Trainspotting).
Hoy Vikas Swarup se encuentra en Japón como cónsul general. Aunque no piensa abandonar su carrera diplomática tampoco se ha quedado quieto en su segunda carrera. Otra novela, llamada Seis sospechosos fue publicada en el 2008 y ya está siendo adaptada para el cine por el guionista de Trainspotting . Hablamos con Swarup por teléfono para charlar sobre el fenómeno global en que se convirtió su cuento. Como es de esperar de un diplomático, Swarup es impecablemente caballeresco al momento de charlar. Toma todo sus éxitos con humildad –o, si no es el caso, lo disimula a la perfección–; espera que su labor literaria puede funcionar en tándem con su trabajo diplomático en promocionar a una India cada vez más próspera en un mundo que, al contrario, está cada vez más caótico.
Usted ha dicho en una entrevista que pensaba que su novela le iba a interesar a un público limitado de India y terminó siendo un fenómeno global. ¿A qué atribuye este éxito?
Es verdad, pero al mismo tiempo supe desde el principio que tenía una trama única. Nadie había contado antes un cuento a través de un quiz show . Lo que estaba haciendo era revelar la vida privada de mi héroe a través del espectáculo público del programa de televisión. De todos modos, me parecía que era un relato demasiado indio y que solamente lectores indios iban a poder identificarse.
¿Por qué?
Yo estaba escribiendo desde la perspectiva de alguien de adentro. Creo que la percepción general es que si estás escribiendo para extranjeros tienes que escribir sobre yoga o elefantes o palacios... Yo estaba escribiendo sobre el submundo de India, entonces no hubo intención alguna de hacerla exótica. Pero la conclusión que yo saco es que los temas que trata la novela, al fin, son universales. Podría haber sido situada en Buenos Aires o Londres o Manila y al fin hubiera funcionado igual porque se trata del triunfo del desamparado. Y los desamparados están en todos lados.
Publicó su novela a los 43 años. ¿Fue un sueño postergado el ser escritor?
No, para nada. Honestamente. Cuando estaba en el colegio me gustaba escribir. Pero yo me hice diplomático en 1986 y desde entonces la idea de ser escritor nunca se me cruzó por la cabeza. Antes de estar en Londres yo estaba asignado a Addis Abeba y francamente no había mucha acción allí. Si escribí mi novela en dos meses en Londres, en Etiopía podría haber escrito diez novelas. Pero nunca se me había ocurrido que podía ser escritor.
¿Cómo se le ocurrió, entonces, intentar escribir una novela?
Llegado a Londres me enteré de que mucho de mis colegas escribían ficción. Entonces ellos me sirvieron de inspiración. Me hicieron reflexionar: ¿Yo podría escribir algo? ¿Tengo una novela dentro de mí? Entonces por fin me lo planteé como un desafío personal y secreto, ni si quiera le dije a mi esposa que estaba escribiendo una novela.
¿Qué piensa acerca de los malentendidos que Occidente tiene sobre India? ¿Piensa que la película de su novela ha contribuido a algunos?
Creo que mucha gente de Occidente tiene o una visión romántica de India, por un lado, o si no el otro extremo: una India hundida en la corrupción y la pobreza. Suelen ser estas visiones extremas: o que India es el centro de la paz o la pobreza desbordada.
¿Como diplomático y autor, cómo describiría la India de hoy a un extranjero?
Yo diría que hay una India nueva. Diría que tras los años 90 la India ha sido radicalmente transformada. Si hablas con alguien que estuvo en India en los 80 y que luego la volvió a visitar en estos días, te diría que el contraste es inimaginable.
¿Desde un punto de vista económico, arquitectónico, cultural...?
Sí, desde todos los puntos de vista. Donde había barrios improvisados ahora hay rascacielos (esto lo ves en una de las escenas de la película); pero más que eso es un cambio drástico de actitud. El indio ahora es una persona optimista que cree que puede prosperar. Hasta el más pobre defiende el sistema y cree que, manejándose dentro del sistema, podrá llegar a triunfar.
¿Y cómo ocurrió ese cambio? ¿Fue por voluntad política?
Fueron varias cosas. Para empezar, las reformas económicas soltaron las energías creativas de las personas. Cuando yo era niño había muy pocas opciones profesionales: uno podía ser médico, ingeniero, abogado o un empleado público. Punto final, nada más. Ahora hay una variedad de industrias y profesiones a las que se puede acceder masivamente. Mire, hay 600 canales de televisión en India. Hay miles de emprendimientos nuevos. Está la industria del turismo. Y por otro lado –y esto es algo que la gente no advierte– la edad promedio en India es 24. Cincuenta por ciento de nuestra población es menor de 25 años. El país es antiguo pero la población es muy joven. Y son ellos quienes están modernizando a la India. Hay una actitud de que se puede cambiar el mundo, de que no hay nada que no se pueda lograr si uno lo intenta.
¿La gente no se queja? ¿No hay una sensación de autopadecimiento y de futilidad?
No, no para nada. La sensación es de oportunidades ilimitadas. El crecimiento anual de un 9% viene de este espíritu. Hay una nueva autoestima en India. Por muchos años fuimos un país devastado por hambrunas, sequías y pobreza. Y mucho de eso sigue; aún tenemos a más de 200 millones de personas debajo de la línea de pobreza. Pero más importante que eso es la emergencia de la clase media que son como 50 millones. Y es esta clase que está intentando mejorarse día tras día tras día.
La película fue muy criticada por explotar la pobreza. Pero usted afirma que los barrios pobres son lugares de esperanza...
Los barrios bajos están llenos de personas que están haciendo todos los esfuerzos para salir de allí. En los barrios más pobres de Mumbai y Delhi no hay gente que dice 'nací aquí y aquí me moriré'. No. Por supuesto que muchos no lograrán salir, pero aun el que gana menos de dos dólares por día, ahorra dinero para mandar a sus hijos al colegio. Y esto es porque hay fe en el sistema. Sabe que puede usar el sistema para triunfar, pero que la clave es la educación. Estas son las características de la nueva India, que tal vez no sean tan conocidas en el exterior. En los centros metropolitanos se le resta importancia a las castas.
¿En este sentido está conforme con la adaptación cinematográfica de su novela?
No fue mi intención escribir una novela sobre la pobreza en India. Hacer que el protagonista fuese pobre fue una decisión que respondía a la trama. Hacía un mejor cuento. Y la película está bien. No se puede entrar en los detalles y las divagaciones que permite la novela. Mi libro es mucho más amplio y tiene más vueltas de tuerca que la película, pero es la naturaleza de la bestia.
¿Le preocupa el futuro de las culturas tradicionales indias frente a la globalización arrasadora?
A nivel cultural es el tema más importante. Económicamente el desafío es reducir la pobreza y la brecha entre los más ricos y los más pobres. Pero culturalmente estamos muy preocupados sobre cómo modernizarnos sin perder nuestras raíces y tradiciones culturales. La mcdonaldización de la cultura es un problema en India como supongo que lo es en la Argentina y muchos otras partes del mundo. Pero creo que la cultura India es muy fuerte: nunca fue derrotada espiritualmente por más que fue ocupada e invadida por tantas culturas.
Salman Rushdie fue muy crítico con su novela, acusándola de ser demasiada extraordinaria. ¿Le molestó?
Por de pronto lo tomo como un honor que Rushdie haya leído el libro. Mire. Yo escribo libros para lectores. Un libro es algo muy personal. El señor Rushdie tiene derecho a su opinión como cualquier lector. Para mí lo importante es que el libro ha sido muy bien recibido en todas partes del mundo. Muchos lectores me han escrito diciendo que les encantó el libro y que los hizo más curiosos acerca de la cultura india. Para mí esa es la crítica más importante.
Yendo hacia adelante, ¿piensa que su carrera literaria y su carrera diplomática pueden trabajar con el mismo fin?
Sí. Mire, lo que es muy importante ahora es lo que se llama soft power (el poder suave). La literatura india, tanto como Bollywood, como la cocina india, son componentes muy importantes de ese "poder suave." Finalmente pienso usar mi éxito como autor para practicar mejor mi diplomacia. Pero soy, antes que nada, un miembro del servicio diplomático indio. Y espero ser una inspiración para todos mis colegas.